jueves, 30 de abril de 2015

Penumbra

No sé que tan vacía se encuentra esa sonrisa que se extendía natural, ni sé cuanta lágrima ha sido disimulada con largas miradas a la nada, no sé si ya estoy muerta y solo vivo el infierno que uno gana de tanta acción creada

No sé cuando mi piel dejó de sonrojarse, cuando se volvió tan blanca, tan insípida, tan fría, veo heridas, veo golpes creados por la vida, veo sueños quebrantados narrados por lunares hasta mis manos.

No sé cuando mi desnudez dejó de ser suave, ahora es tan tosca marcada por los huesos, marcada por dolores.

¿Y mi alma? se perdió hace muchas noches, dejó de bailar, reír, imaginar y dibujar, dejó de volar y se cortó las alas, dejó de cantar y se cortó la garganta, dejó de ser pues empezó a padecer los gritos de mi cuerpo en silencio.

Me ha vencido la angustia y la incertidumbre, me han dañado y burlado... tanto les temía pues son las peores sensaciones, tanto les huía y terminé entre sus brazos, tanto las aborrecía y ahora me tienen a su lado, sin esperanza alguna.

El desconsuelo juega con mi cabello, el suplicio se llevo el rojo de mis labios, la tortura me ha nublado el pensamiento y me encuentro acostada en este mar de desaliento.

La escucho cantarme, quiere llevarme, quiere que cierre los ojos y la deje entrar, quiere quedarse y que yo me marche, quiere que duerma para ella despertar, matarme en sueños y ella poder volar.


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